La hija extranjera

 

Desde que comencé a escribir este blog, que no tiene más pretensión que ser un diario sobre todo para mi mismo, dejo esperar unos días antes de escribir la reseña de cada libro: quizás porque de esa forma escucho cómo calan en mi los libros o tal vez porque dejo que el silencio sea el eco de las palabras. En esta ocasión tardo escasos segundos en abrir este espacio para escribir sobre "La hija extranjera" de Najat El Hachmi. 

He de confesar que las primeras páginas me dieron pereza: es una novela narrada en primera persona, sin diálogos al uso. Esta pereza se supera muy rápido porque pronto comprendes porqué es así: acompañas a la protagonista, te abre su corazón o más bien su alma y poco ha poco te vas sintiendo el confidente fiel de alguien que vive, y vive con intensidad. 

La novela te hace sentir un torrente de emociones; subes, bajas, te emocionas, te enfadas, te compadeces de la madre, odias a la madre, te compadeces de la hija... Pero ante todo te abre la puerta a replantear esa visión eurocentrista con la siempre vemos el mundo los de "aquí arriba", como nos identifica la novela a los que nacimos por encima del estrecho de Gibraltar. Este texto no te puede dejar indiferente. Es un texto de amor, de lucha, de entrega, de crecimiento personal, de desesperación y de esperanza. 

Está escrita de forma excelente y te hace sumergirte en la mente de la protagonista de forma brillante. 

Es una novela ideal para maestros, para políticos, para educadores sociales, para trabajadores sociales, para carniceros, para conductores de autobús, para todos los que miran a las mujeres con hiyab con respeto o con pena; es decir, para todos. Pero ante todo esta novela es para aquellos que quieran un poco de ayuda para dejar de juzgar y para seguir acariciando suavemente a las personas lleven hiyab, lloren en los autobuses desconsoladamente o acaben malgastando su vida sin que le encontremos explicación.  

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